Por lo general en los aterrizajes con aviones comerciales se experimenta una fuerza de entre 1.2 y 1.4 g, aunque a veces en aterrizajes muy duros se pueden sobrepasar las 4g. Estos aviones no pueden volver a volar antes de pasar una profunda inspección dado que generalmente han sufrido algún tipo de daño ya sea en el fuselaje, en el tren de aterrizaje o en la estructura.
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