miércoles, 26 de julio de 2017

No demonizar los aeródromos

MIÉRCOLES 12 DE ABRIL DE 2017

La aviación necesita de aeródromos para poder desarrollarse y brindar servicio. En la Argentina -y el mundo- hay aeropuertos y aeródromos, todo aeropuerto es aeródromo, pero no todo aeródromo es aeropuerto. Un aeropuerto siempre es de uso público, los aeródromos no siempre lo son. Los aeropuertos tienen instalaciones e infraestructura permanentes que son necesarias para el transporte aerocomercial. 

Por lo general un aeropuerto tiene servicios de aduana y migraciones. En cuanto a aeródromos, los hay controlados y no controlados. Los primeros cuentan con servicios que coordinan las llegadas y salidas de aeronaves en su área, los segundos no brindan un servicio de coordinación porque la densidad de su tránsito no a merita que se destine personal técnico a esas funciones. 

Para operar en aeródromos no controlados existen procedimientos estandarizados por la autoridad aeronáutica. En ciertas zonas hay aeródromos y aeropuertos que tienen horarios de funcionamiento específicos o que brindan servicios de protección al vuelo en una cierta franja horaria. 

También hay aeródromos privados e incluso lugares aptos declarados para la operación de ciertas aeronaves. Todo esto es legal y está supervisado por la autoridad aeronáutica que emite notams (notice to airman, notificaciones para aviadores), que informan, entre otras cosas, cuándo un aeródromo está habilitado y los que por diversas razones, generalmente vinculadas a la seguridad, no lo están (como el caso del aeródromo de Navarro, en las noticias de estos días por narcotráfico).
Los aeroclubes que están sujetos a inspecciones, tanto en su calidad de "persona jurídica" como por las autoridades aeronáuticas, funcionan en aeródromos provinciales o federales que por lo general administran. 

Son y han sido instituciones útiles para el desarrollo de la aviación y han resultado de gran auxilio público en ocasión de catástrofes naturales y también para ayudar a las fuerzas del orden en la prevención del delito, por ejemplo, para localizar "piratas del asfalto" o delincuentes en fuga.


Todos sabemos que quien está al margen de la ley utiliza cualquier artimaña para llevar a cabo sus fechorías; del mismo modo, los narcotraficantes pueden utilizar aeródromos para ejecutar operaciones criminales. 


Las estadísticas prueban que por lo general los vuelos con estupefacientes se realizan en pistas clandestinas de aterrizaje improvisadas en caminos rurales o campos precariamente acondicionados. Son contados los casos en los cuales los narcotraficantes utilizan aeródromos habilitados.
En ambientes judiciales y en los medios se ha puesto el acento sobre la necesidad de controlar los aeródromos y/o tener registro de todos los vuelos, esto sería prácticamente imposible de realizar en aeródromos no controlados y una dramática dilapidación de esfuerzos. Con las actuales políticas de seguridad el control del espacio aéreo parece haber mejorado y, conforme se ha anunciado, será aún más eficaz con la incorporación de tecnología.

Los aeródromos públicos o privados- no tienen mayor relevancia en los delitos; en consecuencia, es mejor profundizar lo que está demostrando algunos resultados que implementar medidas inocuas al tráfico de estupefacientes pero gravosas para las operaciones aeronáuticas productivas y deportivas.
Piloto aerocomercial y ex piloto militar. Director de la publicación Aeromarket. Licenciado en Ciencias Políticas y máster en Economía

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