Ingenieros de la NASA y del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) han construido y probado un nuevo tipo de ala que no tiene que ver con ninguna diseñada hasta la fecha. Hecha a partir de cientos de diminutas piezas idénticas, como si de un tejido se tratara, es capaz de deformarse para controlar el vuelo del avión.
Y no solo eso: su producción sería relativamente barata y ahorraría grandes costes tanto en el mantenimiento como en el vuelo, ya que se trata de un ala 1.000 veces más ligera que las fabricadas con caucho.
«En lugar de requerir superficies móviles separadas para
controlar el giro y la inclinación del avión, como hacen los alerones en las
alas convencionales, el nuevo sistema de ensamblaje permite deformar toda el
ala, o partes de ella, incorporando una mezcla rígida y flexible», afirma el
MIT en un comunicado. Para que la estructura del ala no quede a la vista, los
ingenieros proponen una cubierta delgada de polímero, similar al utilizado en
las celosías que componen el material.
El resultado es un ala mucho más ligera y, por lo tanto, mucho más eficiente en el uso de la energía que los diseños convencionales. En la actualidad, las alas necesitan configuraciones distintas de los alerones dependiendo de cada una de las fases del vuelo, por lo que el ala en sí sacrifica eficiencia. «Un ala que es constantemente deformable podría proporcionar una mejor aproximación de la mejor configuración para cada etapa», señalan desde el MIT.
Así, debido a que la estructura, compuesta por miles de pequeños triángulos de resina de polietileno -aunque parecen construidos a base de cerillas-, se encuentra compuesta principalmente de espacio vacío, forma un «metamaterial» mecánico -a la vista, los triángulos forman un poliedro- que combina la rigidez estructural de un polímero similar a la goma y la extrema ligereza y baja densidad de un aerogel. Además, aunque podría hacerse, no es necesario incluir motores o cables para deformar las alas cuando quiera el piloto, sino que éstas se acoplan a la forma ideal del momento porque responden automáticamente al responder a las diferentes tensiones que se ejercen sobre ellas en un vuelo. «Somos capaces de producir exactamente el mismo comportamiento que activarías con un botón, pero de forma pasiva», afirma Cramer.
Construido por un enjambre de nanorrobots autónomos
El equipo ensambló a mano el ala de un metro de largo, a
semejanza de la de un avión de aeromodelismo. El siguiente paso es fabricar una
de cinco metros como la de un monoplaza real. Aunque en este caso ya no será
producida manualmente, sino por un enjambre de nanorrobots autónomos. Y no es
ciencia ficción, puesto que los investigadores aseguran haber diseñado la
estructura pensando en esta forma de fabricación y que en un próximo artículo
darán más claves al respecto para empezar a construirla en serie.
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