El dicho que afirma que la historia siempre se repite, parece haberse confirmado recientemente tras la victoria talibán en Afganistán.
La misión para evacuar efectivos civiles y tropas desde el aeropuerto de Kabul, presenta enormes coincidencias con la operada por un Boeing 747 de la desaparecida Pan Am, hace ya 46 años en Vietnam.
El 24 de Junio de 1975, la ciudad de Saigón resistía a duras penas las acometidas del ejército popular norvietnamita.
Era sólo cuestión de tiempo que los soldados comunistas irrumpieran de manera definitiva en la que hoy se conoce como Ho Chi Minh, una situación calcada a la protagonizada por los talibanes en la ciudad de Kabul hace unos pocos días.
Al otro lado del Océano Pacífico, en los EEUU, se había ideado una misión para evacuar a todo el personal civil y militar que todavía permanecía en el país asiático.
El plan se desarrolló bajo el máximo secreto, ya que se temía una invasión prematura de Saigón si el enemigo fuese conocedor de las intenciones de los norteamericanos.
La aerolínea elegida para desempeñar la que se bautizó como misión 1965/31 fue Pan Am, que de manera discreta sondeó a algunos de sus empleados en busca de voluntarios.
A pesar del enorme peligro que suponía volar hasta un aeropuerto a punto de ser conquistado, Pan Am recibió un aluvión de solicitudes para pilotar la aeronave y ayudar a los pasajeros.
Los día previos al vuelo, la FAA estadounidense hizo público un comunicado por el cual prohibía todos las operaciones aéreas civiles entre EEUU y Vietnam.
La intención de este escrito era que llegase cuanto antes a manos de los vietnamitas, y conseguir que estos no se centrasen en el aeropuerto de Tan Son Nhat.
Exactamente igual a lo sucedido la semana pasada en el aeropuerto de Kabul, el pánico de la población civil había llevado a muchos ciudadanos hasta Tan Son Nhat, e incluso algunos también habían conseguido aferrarse a un Boeing 727 que estaba a punto de despegar.
El aparato designado por Pan Am para operar esta misión fue un Boeing 747-100, de nombre “Clipper Unity” y matrícula N653PA.
En su cabina se habían dispuesto 375 asientos, los cuales resultaban absolutamente insuficientes para evacuar a todo el personal que esperaba en Saigón.
Si las probabilidades de que la misión saliese mal volando con un solo avión eran muy elevadas, fletar dos aeronaves hasta Vietnam era una auténtica temeridad.
Sólo 6 días antes de la caída de Saigón, el “Clipper Unity” alcanzaba el espacio aéreo de la ciudad.
No había controladores para organizar la maniobra de aterrizaje, y el Boeing se vio obligado a realizar un picado para llegar cuanto antes a la cabecera de pista, evitando con ello un más que probable ataque desde tierra.
El aparato se dirigió a la única zona segura que quedaba en al aeropuerto de Tan Son Nhat, alejada de los disparos que ya se estaban recibiendo desde las inmediaciones del mismo.
Se embarcaron un total de 463 pasajeros, muchos de ellos ubicados en los baños, en los pasillos, y en los galleys de la cabina. Los niños debían sentarse sobre el regazo de sus familiares.
Todos los pasajeros fueron cacheados antes de acceder al avión, niños y bebés incluidos, ya que se sospechaba un atentado suicida durante el vuelo.
Cuanto todo estaba listo para partir, un caza militar se estrellaba sobre la pista del aeropuerto, obligando al Boeing de Pan Am a esperar 5 horas hasta que esta estuviese de nuevo en condiciones de ser utilizada.
Durante ese espacio de tiempo, el Vietcong ya había detectado al avión estadounidense, desbaratando la tapadera que se había ideado para que pasase desapercibido.
Los mandos vietnamitas ordenaron entonces interceptar por cualquier medio al Boeing de Pan Am, dirigiendo a sus soldados hacia el aeropuerto de Saigón.
El aparato permanecía con los 4 motores encendidos y todo el pasaje embarcado, excepto un mecánico que estaba encargado de dar el visto bueno final antes del despegue.
Una vez realizó las comprobaciones oportunas, se dirigió a la parte baja del morro, desde la que accedió a la cabina a través de una trampilla que conecta con ella, y gracias a una escalerilla desplegada por los pilotos.
Tal y como relata una de las tripulantes de cabina del vuelo de Pan Am, Laura Lee Gillespie, cuando el Boeing comenzó la carrera de despegue, en el otro extremo de la pista ya se habían apostado numerosos soldados del Vietcong, que no dudaron en abrir fuego contra la aeronave.
Los impactos recibidos en el fuselaje no causaron daños importantes en el 747, que completó la maniobra de despegue con éxito.
El vuelo 842 de Pan Am fue el último operado por un avión civil de los EEUU desde Vietnam.
Durante el mismo, se realizaron diversas colectas para ayudar a las familias de los refugiados que habían perdido todo, tras verse obligados a abandonar su país.
El “Clipper Unity” se dirigió primero hacia Manila, con el fin de tomar tierra y evaluar los daños producidos en el fuselaje.
Posteriormente, aterrizaría en la isla estadounidense de Guam, donde se completarían los trabajos administrativos previos a la entrada del aparato en el espacio aéreo de EEUU.
Resulta realmente curioso comprobar las enormes similitudes que confluyen con los acontecimientos de los que hemos sido testigos recientemente, sucedidos en territorio de Afganistán.
En el caso de Vietnam, el último vuelo operado por una aeronave de los EEUU partía in extremis del aeropuerto de Saigón, entre balazos disparados por el ejército enemigo.
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